Hoy os traigo una receta sencilla que espero sea de vuestro agrado.
Se trata de unos ajetes, o ajos tiernos, con langostinos, un plato que gusta mucho en casa.
Los ajos y ajetes son ambos la misma planta y proceden de la familia de las liláceas. La única diferencia entre ambos es que tienen diferentes tiempos de recolección.
Si se recogen antes de que se forme su cabeza tendremos nuestros ajetes, a medio camino está el ajo porro, un ajete con un tallo redondo y algo mayor en su extremo y finalmente, al formarse la cabeza con los dientes, tendremos el ajo común. Podríamos decir que un ajete es un ajo en plena adolescencia.
La composición nutricional de ambos es la misma, puesto que ambos son misma planta, simplemente el ajete tiene más agua y, por lo tanto, todos sus nutrientes están más diluidos.
Aportan pocas calorías e hidratos de carbono, sin embargo contiene inulina, un tipo de fibra soluble muy beneficiosa para nuestra flora intestinal, contiene potasio, hierro y una fuente importante de azufre. También tienen propiedades antibióticas que ayudan a aumentar las defensa de nuestro organismo.
Es un producto de temporada ya que suele recolectarse a últimos de febrero o primero de marzo. Con todo el lío del cambio climático y "la eterna primavera del sur" incluso es posible encontrarlos un poco antes, como fue mi caso.
Hasta abril serán los mejores meses para disfrutarlos en condiciones normales, luego ya pasariamos al ajo porro o porrino. Finalmente, en verano, tendremos nuestros queridos ajos nuevos en el mercado, tan útiles y necesarios en nuestras cocinas.
El ajete es largo y muy fino de color blanquecino, llegando a veces a ser un poco morados en el extremo superior y sus hojas son de un color verde intenso en el extremo opuesto.
Es muy similar a una cebolla tierna o cebolleta pero no hay que confundir nunca, el sabor no es igual.
Normalmente se come en forma de tortillas o revueltos con huevos, setas, jamón o gambas. También se pueden poner a la brasa o añadirlos a ricos arroces.
Estos ajetes fueron regalo de un buen amigo que conoce bien nuestros gustos. Estaban recién recogidos del campo y yo quise hacer algo un poco más especial, por eso añadi unos langostinos que tenia en el congelador.
Por supuesto el éxito de un buen plato va unido a la calidad de los ingredientes y para ello un buen aceite es esencial. Yo sigo apostando por Oleum Alzay un aceite de oliva virgen extra con varios premios internacionales y el sabor de mil años de historia.
Esta es una receta que gusta mucho en casa... espero que, a partir de ahora, en la tuya también!!!
Ingredientes:
- Un manojo grande de ajetes
- 400 gramos de langostinos congelados
- 3 o 4 dientes de ajos
- 1 guindilla (opcional)
- Un poco de pimienta (opcional)
- Una hoja de laurel
- Aceite de oliva virgen extra (recomiendo Alzay)
- Un poco de sal (a gusto)
Elaboración:
La elaboración es muy sencilla, haremos igual que si fuese una cazuela de langostinos al ajillo, cuya receta puedes ver si clicas aquí.
Limpiamos los ajetes de posible arenilla, los mios venian muy bien lavados, troceamos aprovechando parte de sus hojas verdes y reservamos.
En una sarten grande ponemos un buen chorreon de aceite y calentamos.
Añadimos los dientes de ajos pelados y laminados junto con una cayena si es nuestra opción.
Cuando estén dorados añadimos los langostinos pelados, la hoja de laurel, un poco de sal y un poco de pimienta.
Damos unas vueltas y apartamos los langostinos y los ajos laminados. Reservamos tapados para que no se enfríen demasiado.
En ese mismo aceite (que ahora tiene aportado mucho sabor) ponemos nuestros ajetes y sofreímos un poco.
Ponemos algo de sal, tapamos y dejamos hacer a fuego suave tapado. Seran pocos minutos porque son muy tiernos. Si fuese precioso añadimos un par de cucharaditas de agua.
En principio parecen muchos, pero merman y se quedarán en nada si los cocinas demasiado.
Cuando los veamos tiernos, ya digo que será poco tiempo, añadimos de nuevo los langostinos y los ajos laminados.
Removemos un poco para que se aúnen los sabores y apartamos del fuego.
Servimos recién apartado y acompañamos de una copita de vino blanco.
Decoramos con un poco de perejil fresco... pero vamos, que no necesitan ni decoración!!!
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